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Estuve el otro día después de meses sin ir, con un grupo familiar hablando de las excelencias del sitio, comida y profesionalidad del servicio y observé que los camareros eran todos nuevos. Nos atendió una mujer marroquí que desde el principio daba señales de mala educación y falta de profesionalidad (mientras veía en frente de nuestra mesa como una camarera jovencita estaba apartando las espinas de creo una lubina que estaba destrozandola) . La mujer camarera marroquí nos tomó nota de sólo los primeros porque nos dijo que luego tomaría nota de los segundos. El caso es que reclamamos que tomaran nota de los segundos cuando acabamos los primeros, lógicamente los segundos llegaron en plena digestión de los primeros. Pedimos la cuenta ya con la noche echada a perder por ese mal servicio y mal humor que teníamos y en la nota nos cobraban cosas que no habíamos pedido, se lo dijimos y con chulería nos dijo "no passsssa nada, me dicen lo que no es y se lo tacho" , nos volvió a traer la nota que tiró a un palmo de la mesa con desprecio.
Comentando el mal servicio y como nos habían amargado la noche con el taxista que nos trajo a casa, nos dijo que no era la primera vez que había oido esas quejas y que creía que la concesión del negocio se lo habían dado ahora por 6 ó 12 meses al grupo Pimpi.
Lo que sí tengo claro es que no volveré en la vida a ese local al que tanto había ido y recomendado a mis amistades. Es también la muestra de cómo un empleado o un grupito de empleados sin la mínima formación profesional pueden hundir un negocio que funcionó bien en el pasado.
Bye, bye Balneario.